"No hay que regalar las palabras nobles a los canallas" Osvaldo Soriano

"No hay que regalar las palabras nobles a los canallas"  Osvaldo Soriano
VIERNES - 7 pm - www.fmurquiza.com - FM 91.7

CIELO Y TIERRA en la Blogosfera

Hemos creado este blog, a partir de nuestro programa de radio "Cielo y Tierra", para intercambiar reflexiones, experiencias y propuestas.

Nuestra esperanza es que este encuentro favorezca la construcción conjunta de una comunidad sostenida por la solidaridad, el respeto mutuo, la promoción de los derechos humanos y la mejora en el sistema político en favor de una democracia plena.
Intentamos por Cielo y Tierra:

* Despertar la solidaridad, la reflexión, la toma de conciencia y el respeto mutuo, como ejes de una convivencia social en armonía, equidad y justicia.
* Fortalecer el juicio crítico y la conciencia social
* Difundir el pensamiento mariteniano aplicado a diferentes perspectivas que componen la sociedad, (cultura, política, economía, salud, ciencia y tecnología, diálogo ecuménico e inter-religioso)

Hagamos del encuentro una oportunidad para conocernos, enriquecernos y hacer posible una sociedad mejor para todos.
Te esperamos todos los viernes a las 7 de la tarde en www.fmurquiza.com FM 91.7 para compartir una charla entre amigos, acompañada de muy buena música étnica y literatura en nuestro idioma.

Claudia Santalla y Giselle Zarlenga

lunes, 29 de enero de 2007

Desnutrición a 10 minutos del Obelisco

El municipio admite que en la isla Maciel hay más de 40 niños desnutridos por la mala alimentación y la contaminación
(La Nación - 27-01-2007)

Noelia, de 6 años, juega con una pelota con su hermana Selena, que tiene 3. Las dos tienen la misma altura. "Noelia no crece porque no crece", intenta explicar Elizabeth Campo Piano, la madre de ambas. La definición científica es otra. Noelia tiene desnutrición crónica, una condición que afecta su crecimiento y que afectará su capacidad de aprendizaje. A 10 minutos del centro de la Capital, en el barrio conocido como isla Maciel, otros 40 chicos padecen este u otro tipo de desnutrición. Así lo admitió a LA NACION Oscar Fariña, secretario de Salud de la municipalidad de Avellaneda, partido del que depende el barrio. "Estos chicos tienen comprometida su capacidad de conocimiento, tienen más riesgo de padecer enfermedades y, probablemente, tengan un rendimiento intelectual inferior al normal", explica Alejandro O Donnell, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil. Luis Alberto Ferrero, director desde hace nueve años de la sala de emergencias que funciona en el barrio, dice que la desnutrición en la "isla" tiene más de una causa. "El Riachuelo, el polo químico de Dock Sud y el estado de las cloacas afectan seriamente el organismo de los chicos", dice Ferrero. En el barrio Maciel, conocido históricamente como isla, viven entre seis mil y siete mil personas repartidas en cerca de 20 manzanas. Para caminar las calles de adoquines que atraviesan la "isla", sólo hay que cruzar el Riachuelo desde el barrio de La Boca. En una de esas calles, a mitad de cuadra, sale un pasillo que conduce a una casa de chapa que remite -como muchas otras en la zona- a las casas multicolores de La Boca, sólo que luce un gris desgastado. Subiendo una escalera, en un espacio de cuatro por seis metros sólo dividido por una pared incompleta, viven las siete personas que componen la familia Campo Piano: Elizabeth, la madre; María Paz, la hija mayor, que también es madre, y otros cuatro hijos entre los que están Noelia y Selena, que todavía juegan con la pelota. El menor de los hijos varones es César, que tiene cinco años y tuvo problemas de nutrición que ya superó. Cuando César recibe a alguien en su casa lo hace a los besos y enseguida pregunta: "¿Vos comés?" Otros factores A dos cuadras de allí, en una casa también ubicada en lo alto, vive Román González, que, con sus 11 años, todavía tiene problemas de peso. "Lo están tratando en la sala de emergencias. Su problema no es por falta de comida, sino por los parásitos que me dijeron los médicos tiene en el cuerpo", explica su madre, Graciela. "Los problemas sanitarios influyen en la adecuada utilización del alimento por parte del organismo", explica Liliana Laurenti, jefa del Servicio de Nutrición de la Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (Fleni). A dos cuadras de donde viven los González vive Oscar Ramírez, que con sus trabajos esporádicos como soldador mantiene a sus cuatro hijos y a su mujer. "Se nos agregó un gasto cuando el médico nos aconsejó que por los problemas de peso que tenía mi hijo Franco sólo podíamos tomar agua mineral", cuenta Oscar. Todos estos pacientes eran tratados por Fernando Murias, un pediatra que estuvo tres años en la sala de emergencias y que renunció a fines de octubre de 2006. Unos días antes, Murias había denunciado que eran 85 los chicos desnutridos y que el Estado debía hacer algo al respecto. "Como la municipalidad no reaccionó, renuncié para no ser cómplice", relata Murias. Hoy en día, asegura el pediatra, los desnutridos podrían llegar a los 100. Ferrero, director de la sala de emergencias, dice que el informe sirvió para comenzar un relevamiento. "En un trabajo de campo multidisciplinario que duró tres meses, de los 85 casos que denunció sólo pudimos constatar los 41 casos que ahora maneja la secretaría", precisa Ferrero. El diputado provincial Jorge Macri, en tanto, visitó la semana pasada la isla Maciel y denunció más de 120 casos de desnutrición. "La situación es grave y la municipalidad debería hacer algo", se queja Macri. Fariña cree que el número de Macri es exagerado. "Igualmente, en la sala de emergencias se está haciendo un seguimiento de los pacientes. Además, se agregaron dos planes provinciales para dar apoyo y se están reforzando los comedores que funcionan en la zona", enumera Fariña. Sin embargo, en dos de los comedores que funcionan en la zona dicen que la situación no es la descripta por Fariña. "Hace nueve meses que no recibimos los 500 kilos de carne que nos deberían mandar por mes. Sobrevivimos gracias a las donaciones de un frigorífico y lo que viene directamente a través de la Asociación", cuenta Andrea Romero, una de las encargadas del comedor de la Asociación Miguel Bru, que recibe todos los fines de semana a 80 chicos. Mercedes Vañasco estaba a cargo del comedor De Vuelta a Casa, que recibía a 250 personas por semana. "La ayuda fue mermando y tuvimos que cerrarlo", contó. A. Fernández Cronenbold
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