Por Volodia Teitelboim
Este texto fue difundido a través de las ondas de Radio Moscú,
el 10 de Octubre de 1973. (*)
Joan Turner buscó por Santiago a su marido durante cientos de angustiosas horas.
El dieciocho de septiembre, un amigo le comunicó que su cuerpo mutilado se encontraba desde hacía tres días en el depósito central de cadáveres. Las salas allí estaban colmadas hasta el techo. Le costó encontrarlo. Su cara aparecía cubierta de sangre y la cruzaba una herida de arma blanca. El pecho acribillado por la metralleta. Las piernas amarradas. Las muñecas de sus manos, según se dijo, golpeadas con martillo o culata de fusil.
Así trataron al artista de siete dimensiones, al poeta, al actor, al director de teatro, al compositor, al padre de Amanda, al cantor del pueblo. El oficial lo conminó a que gritara "¡Viva la junta!". No lo hizo. ¿Lo mataron en el Estadio, que escuchó su canción muchas veces y que un día llevará su nombre?
Uno de los generales explicó su muerte: "Había que poner fin a sus canciones y para eso hubo que matar a algunos de ellos".
¡Poner fin a las canciones! Los pueblos ven en su muerte, como en el asesinato de García Lorca o de Miguel Hernández, el signo negro de la negación del canto, de la poesía y la vida. Aborrecen las expresiones más hermosas del ser humano, que son capaces de sobrevivir a pesar de todo.
El himno de las juventudes del Mundo proclama en alta voz: "Ese canto no se apagará jamás". No se apagará jamás el canto de la juventud, el canto de los pueblos. Quisieron matar el canto del pueblo de Chile matando a Víctor jara. Pero Víctor Jara sigue cantando.
Más temas: Victor Jara: Un Canto Inconcluso
(*) Extracto del libro "Noches de Radio (Escucha Chile)" de Volodia Teitelboim, LOM Ediciones, Chile, 2001.
Este es el testimonio de la compañera de Victor, publicado en el libro "Victor Jara: Un canto inconcluso", acerca de la muerte de Victor Jara.
Por Joan Jara
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