La atención dirigida hacia el entorno es la primera manifestación de un Yo, aún precario o incipiente.El niño sano, en cálida y reaseguradora relación con su ambiente, está abierto desde el nacimiento al contacto e inmediata exploración activa de su medio. El motor de esta exploración, eje organizador del desarrollo, es la imperiosa necesidad de adaptación y de comprensión del funcionamiento del mundo externo y la búsqueda, así mismo imperiosa, de satisfacción de esa necesidad.
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Pero hay un terreno en el cual no se piensa demasiado: el niño tiene que aprender a aprender, descubrir y ejercitar su mente, seleccionar objetos y objetivos para su actividad, focalizar percepciones y excluir otras del ambiente, concentrarse, plantearse preguntas, evaluar su acción, memorizar, hacer y tratar de entender lo que hace. Si esto no lo logra de inmediato, necesita vivirlo no como un fracaso sino como una experiencia. Para emprender todos estos procesos requiere una disponibilidad libre y suficiente de los niveles 3 y 4 de atención.
En definitiva, ¿qué significa la hiperkinesia o el déficit atencional sino la marca del desencuentro entre cada sujeto y la mirada decepcionada o sobrexigente del otro, que lo invade, lo tironea, lo subestima o lo abandona?
Más allá del cerebro y de los neurotransmisores el síndrome de fragilidad de la atención expresa el aumento de la angustia, el desesperado intento para formarse una auto-envoltura tónico-emocional protectora frente a un entorno que, no comprendiéndolo profundamente, no puede sostenerlo, contenerlo, reasegurarlo, ni brindarle un ambiente suficientemente interesante a este niño, a su nivel madurativo, con sus potencialidades, necesidades, intereses e inquietudes.
¿De quién es entonces, el déficit atencional?
En definitiva, ¿qué significa la hiperkinesia o el déficit atencional sino la marca del desencuentro entre cada sujeto y la mirada decepcionada o sobrexigente del otro, que lo invade, lo tironea, lo subestima o lo abandona?
Más allá del cerebro y de los neurotransmisores el síndrome de fragilidad de la atención expresa el aumento de la angustia, el desesperado intento para formarse una auto-envoltura tónico-emocional protectora frente a un entorno que, no comprendiéndolo profundamente, no puede sostenerlo, contenerlo, reasegurarlo, ni brindarle un ambiente suficientemente interesante a este niño, a su nivel madurativo, con sus potencialidades, necesidades, intereses e inquietudes.
¿De quién es entonces, el déficit atencional?
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