"No hay que regalar las palabras nobles a los canallas" Osvaldo Soriano

"No hay que regalar las palabras nobles a los canallas"  Osvaldo Soriano
VIERNES - 7 pm - www.fmurquiza.com - FM 91.7

CIELO Y TIERRA en la Blogosfera

Hemos creado este blog, a partir de nuestro programa de radio "Cielo y Tierra", para intercambiar reflexiones, experiencias y propuestas.

Nuestra esperanza es que este encuentro favorezca la construcción conjunta de una comunidad sostenida por la solidaridad, el respeto mutuo, la promoción de los derechos humanos y la mejora en el sistema político en favor de una democracia plena.
Intentamos por Cielo y Tierra:

* Despertar la solidaridad, la reflexión, la toma de conciencia y el respeto mutuo, como ejes de una convivencia social en armonía, equidad y justicia.
* Fortalecer el juicio crítico y la conciencia social
* Difundir el pensamiento mariteniano aplicado a diferentes perspectivas que componen la sociedad, (cultura, política, economía, salud, ciencia y tecnología, diálogo ecuménico e inter-religioso)

Hagamos del encuentro una oportunidad para conocernos, enriquecernos y hacer posible una sociedad mejor para todos.
Te esperamos todos los viernes a las 7 de la tarde en www.fmurquiza.com FM 91.7 para compartir una charla entre amigos, acompañada de muy buena música étnica y literatura en nuestro idioma.

Claudia Santalla y Giselle Zarlenga

viernes, 18 de enero de 2008

"En la Argentina, la política ha atentado contra la salud"

Alvarez me decía que el hospital moderno conforma una compleja organización, sustentada en el derecho de todo ser humano al pleno goce de la salud, con una medicina igualitaria para todos los niveles sociales. Eso indica el desarrollo de un país, y su grado de utilidad refleja los hábitos de la población.


“No hemos tenido suerte con nuestros gobiernos. La nuestra es una medicina que en los últimos 50 años avanzó más por su cuenta que por los gobiernos, porque la política argentina siempre ha atentado contra la salud”, dice el doctor Mauricio Barón, que habla con la autoridad de quien ha formado y sostenido el mejor equipo de cirugía cardiovascular del país, el que encabezaba René Favaloro.
Miembro de honor de la Asociación Médica Argentina, Barón es autor de Los últimos 50 años de la medicina argentina y sus protagonistas, un libro en el que contaron su experiencia los médicos más calificados de cada especialidad. Barón obtuvo su título en la Facultad de Medicina de la UBA, en 1943, y recuerda con orgullo que uno de sus profesores fue el premio Nobel Bernardo Houssay.
Disfruta del reconocimiento de la famosa Clínica Mayo, de Estados Unidos, por haber construido una institución modelo –como era el sanatorio Güemes de hace 30 años–, donde la excelencia médica se manifestaba a través de los profesionales más prestigiosos.
No habla sobre la actual gestión en salud, pues aún no se ven sus efectos, pero tiene un juicio crítico sobre lo ocurrido en el período de Néstor Kirchner: "El se metió con los jueces, con los tribunales, pero en lugar de mejorarlos los dejó desbordados. De la política piensa que cuando no apoyamos a sus candidatos es porque nos equivocamos. Cree que en la Capital somos todos tontos. Habla del interior y no advierte que en Tucumán hay una maternidad estatal donde las parturientas deben compartir camas, porque no dan abasto. ¿Cómo se va a compartir la cama con una desconocida, cuando hay que cambiar apósitos?", dice.
-Esa maternidad funciona en un edificio de 160 años remodelado. El gobernador y el ministro de Salud la inauguraron en septiembre de 2006, pero los pisos superiores siguen esperando que llegue el arreglo...
-Sí, y el gobernador le agradeció al doctor Kirchner "la ayuda incondicional para todos los tucumanos". ¿Qué ayuda? Como dice el doctor Mario Sebastiani, es hora de que los políticos pongan en marcha soluciones concretas que permitan que los verbos se transformen en hechos. El denunció la desviación del crédito de 285 millones de dólares que el Banco Mundial había concedido para la modernización de las obras sociales sindicales. Es una vergüenza la corrupción en el sistema de atención a la salud.
- ¿Cree que un médico puede ser un buen político?
-Por supuesto. Fíjese que Juan B. Justo veía la realidad política en la miseria humana que caía a los hospitales. Eso lo llevó a fundar un partido y a proyectar leyes en defensa de esa gente. Lo mismo le ocurrió a Nicolás Repetto. Y más acá, a Arturo Illia, en el interior.
- Pero esa política se abandonó...
-Nada de esto se ha cumplido en los últimos gobiernos. No hay una organización moderna de los hospitales. La gente pide turno a la madrugada y le dan fecha para treinta o sesenta días después. El Gobierno debería tener la responsabilidad, de una vez por todas, de que la salud pública, junto con la educación, sea un ente prioritario que no se puede obviar de ninguna manera. Esto está por encima de los sectores políticos y sociales.
-¿Usted qué haría con la salud?
-Una reorganización hospitalaria adecuada al siglo XXI. Los hospitales tendrían que ser un centro de atención continua, con acceso irrestricto y gratuito a toda la población. Su equipamiento y su personal tendrían que ser de primer nivel. Para la salud la respuesta debe ser inmediata. La internación debe ser siempre posible. No se pueden establecer fechas alejadas para los tratamientos y las operaciones, por el deterioro de los pacientes, que por esperar largo tiempo se complican o se mueren. Los candidatos a jefe de gobierno de la ciudad propusieron mejorar los hospitales, darles jerarquía, mejor atención, más calidad. Bueno, ¡que lo hagan de una vez! Y estas críticas le caben también al PAMI.
- Pero ¿la Argentina está en condiciones de brindar un servicio de alta calidad?
-La Argentina, por sus condiciones naturales y por su población médica, está en muy buenas condiciones de hacerlo. La salud es un pilar y trae riqueza. Perón construyó hospitales y Carrillo tuvo la visión de una medicina social. Sin embargo, no hubo adelantos científicos durante el primer peronismo. Se separó de sus cátedras a Mariano Castex y a Bernardo Houssay, porque tenían otra idea política, y la medicina sufrió mucho con esas ausencias.
-Usted dice que no hemos tenido suerte con los gobiernos. ¿Con ningún gobierno?
-Cuando vivía en Flores, en 1930 vi pasar las tropas por la avenida Rivadavia. Venían a pie desde Campo de Mayo. La gente gritaba: "¡Uriburu presidente, Yrigoyen su sirviente!". Tenía entonces doce años. Todavía no entendía lo que estaba ocurriendo. La gente arrastraba bustos de Yrigoyen. Tres años después, cuando murió, su entierro fue tan grande como el de Gardel. Me desconcerté, porque nuestro pueblo es ambivalente: agravia al caído y después lo llora cuando se muere. Si Frondizi hubiera terminado su mandato, la Argentina habría sido otra, estoy seguro. Antes de ser presidente tenía su estudio de abogado en la calle Corrientes, junto a mi consultorio, y yo lo veía de noche, trabajando solo. Quería cambiar el país. Con Illia ocurrió lo mismo, pero tampoco le perdonaron que quisiera elecciones sin proscripciones.
-Para mantenerse, hoy los médicos trabajan en varias obras sociales y en la medicina prepaga.
-O están en mutuales, donde son mal remunerados y pueden ver a cada paciente no más de diez minutos. Así no pueden hacer un interrogatorio minucioso ni un examen exhaustivo. Si tuviésemos una política como la de las naciones avanzadas, todo eso sería diferente. El equipamiento médico debe ser actualizado y los profesionales deben estar bien remunerados. El dólar alto que tenemos hoy sirve para muchas cosas, menos para renovar los equipos médicos. Mire: yo fui con el arquitecto Mario Roberto Alvarez a Estados Unidos para copiar los planos de los grandes sanatorios, como la Cleveland Clinic, donde estaba Favaloro. No podíamos traerlo si no le dábamos lo mismo aquí, en su casa, con una infraestructura y un equipamiento iguales. En eso, aquel Güemes fue un modelo. La cirugía cardiovascular pegó un salto tremendo y hasta enviamos a la jefa de quirófanos tres meses a Cleveland para que aprendiera a utilizar el material para las instrumentadoras.
-El infectólogo Daniel Stamboulian dice que el suyo "fue un proyecto donde todos teníamos el gusto de atender bien y, además, de disfrutar de una escuela de medicina de posgrado, que se ocupaba desde de los médicos hasta de las mucamas".
-Aquél fue un gran plantel. Habíamos traído a Favaloro de los Estados Unidos y habíamos construido una torre con toda la nueva tecnología.
-Favaloro decía que la Argentina había perdido el liderazgo que tenía desde la época del virreinato y que hacía muchos años que estábamos en declinación.
-Y agregaba que eso duele y amarga, porque los argentinos no nacimos para ser mediocres. En los años setenta, Favaloro señaló que la juventud se había volcado a una guerrilla que no tenía sentido. Pensaba que desde el punto de vista médico esos jóvenes tenían algunas alteraciones psiquiátricas y problemas profundos, por haberse alejado tanto de la realidad. Cuando se discutía la llegada de capitales extranjeros, Favaloro decía: "Yo no les tengo miedo; los que me preocupan son los vagos argentinos...".
- ¿Por eso quería una clínica con todos los avances modernos?
-Efectivamente, y quien lo definió muy bien fue el arquitecto Alvarez. Con él estuvimos en el Mount Sinai Hospital, de Nueva York, para admirar su unidad coronaria y de terapia intensiva. Alvarez me decía que el hospital moderno conforma una compleja organización, sustentada en el derecho de todo ser humano al pleno goce de la salud, con una medicina igualitaria para todos los niveles sociales. Eso indica el desarrollo de un país, y su grado de utilidad refleja los hábitos de la población. Por eso anualmente venían más de mil postulantes a residencias médicas para cubrir quince cargos...

Mauricio Barón, miembro de honor de la Asociación Médica Argentina, es autor de Los últimos 50 años de la medicina argentina y sus protagonistas.

Por Hugo Gambini Para LA NACION

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